Decir que lo mejor de Oporto es su vino sería muy injusto, todo lo que encierra esta pequeña ciudad portuguesa tiene un sabor difícil de olvidar. Sus viejas y nostálgicas calles, su casco antiguo, el imperdible cruce por el puente Dom Luís I para ver el atardecer y tomar unas copas de vino en alguna de las bodegas de Vila Nova de Gaia, nos llevarán a querer conocerla aún más.
Oporto es una de las ciudades importantes de Portugal; ubicada en la costa norte del país, en la ribera del Duero en donde desemboca el océano Atlántico. Oporto es una ciudad vieja y con historia y al mismo tiempo moderna como se ve en algunos edificios contemporáneos y el metro más largo del país.
Entre callejones y casas
Aún con toda esta renovación, sigue brillando el antiguo distrito de Ribeira, con sus grandes casonas y callejones estrechos que la UNESCO ha declarado Patrimonio de la Humanidad. La peatonal Rua Santa Catarina, atestada de comercios, música y vendedores ambulantes, que conviven con restaurantes elegantes y los que sirven las típicas tascas.
Ya que andan de paseo por la parte vieja, conviene llegar a la Rua das Carmelitas y entrar a La Lello e Irmão, una de las librerías más bonitas e inolvidables del mundo, que incluso dicen le sirvió de inspiración a J. K. Rowling para algunas escenas de sus novelas de Harry Potter.
Aseguran los lugareños que la verdadera esencia de Oporto se encuentra en el Mercado do Bolhao con un encanto decadente de principios del siglo XIX y que es donde hacen sus compras habituales, pero si queremos viajar más atrás en el tiempo, hay que visitar la Catedral de la Sé, del siglo XII y su claustro del siglo XIV.
Para admirar desde lo alto la ciudad, hay que subir más de 240 escalones para llegar a la iglesia y la torre de los Clérigos que es donde colgaban a los criminales; aunque podemos afirmar que desde su mirador se aprecia una de las vistas más bonitas de la ciudad, el río Duero y las bodegas de vino en la Vila Nova de Gaia.
El Puente Don Luis I (Pomte Dom Luís I) hacia la Vila Nova de Gaia
Uno de los tramos más transitados es por el puente que une la Vila Nova de Gaia con Oporto sobre el río Duero por el actual Pomte Dom Luís I, una obra maestra de ingeniería. Lo que muy pocos saben es que antes había un puente colgante, que se tuvo que sustituir por otro por el incremento del tráfico a mitad del siglo XIX. Fue entonces que se convocó a un concurso entre los mejores ingenieros. El ganador: Théophile Seyrig, uno de los discípulos de Gustave Eiffel.
Ahora se puede atravesar el puente a pie o en autobús para llegar a la ribera del río Duero a las zonas comerciales y gastronómicas, así como a las bodegas donde se almacena el vino, como las que están sobre la avenida de Diogo Leite, con visitas guiadas y una interesante explicación del proceso de elaboración tradicional y lo mejor de todo, la oportunidad de probar del auténtico oporto.