Por Luz Elena Cruz
¿Cómo negarse a ese placer? La alegría cosquilleante que producen las burbujas del champagne, ameritan un recorrido por esas tierras francesas que la vieron nacer. A menos de dos horas de París se encuentra la región de Champagne, con campos coloridos y antiguas poblaciones medievales y una rica tradición que les harán apreciar aún más a este vino espumoso.
La recomendación es alquilar un auto en París y manejar rumbo a Reims, deteniéndose por el camino con los pequeños productores, que les contarán algunos de sus secretos sobre la producción del vino, y una que otra anécdota de Dom Pierre Pérignon, cuando descubrió el burbujeante vino.
Sigan su camino hasta llegar a Reims, ciudad que no los decepcionará ya que tiene más que la champagne para ser recordada, sobre todo por su Cathédrale Notre Dame en donde fueron coronados casi todos los reyes de Francia, el Palacio de Tau, la Basílique St-Rémi y la Porte de Mars.
Sin desviarse mucho de su objetivo, diríjanse a las cavas donde se encuentran venerables casas de renombre como la Veuve Cliquot, Pommery, Ruinart y Taittinger. Para terminar el día, busquen los restaurantes locales que seguramente les ofrecerán una cena, obviamente acompañada por champagne.
Al siguiente día les espera la Route Touristique (Ruta Turística), que recorre el Parc Naturel de la Montagne de Reims plantada con vidueños (viñedo plantado con una sola variedad) de Pinot Noir; hagan paradas en las pequeñas localidades donde encontrarán maravillosas fincas medievales y un maravilloso champagne que difícilmente puede haber fuera de Francia.
Muy pronto llegarán a Épernay, conocida como la capital del champagne. Caminen por la avenida principal repleta de tiendas y lugares para curiosear, pero antes de llegar a las preciadas cavas de Moët et Chandon, visiten el Résidence de Trianon de principios del siglo XIX, así como la Maison Pol Roger, donde se elabora champagne de gran calidad desde 1849 y del que se dice era el preferido de Winston Churchill.
Antes de emprender su regreso, conduzcan un poco más hacia el sur a la región conocida como Côte des Blancs plantada con vidueños Chardonnay, de seguro les encantará la experiencia.
Si se han preguntado por Dom Pierre Perignon, el abad benedictino al que se le atribuye el descubrimiento de las burbujas del vino, su tumba se encuentra en Hautvilliers, un pueblo encantador muy cercano a Épernay, en donde descansan sus restos y muy probable el secreto de las burbujas del champagne.