Por Luz Elena Cruz Velasco
Tres reyes, más de 40 años, 36,000 obreros, 6 mil caballos y muchos francos dio como resultado uno de los monumentos más deslumbrantes y extravagantes del mundo: El Palacio de Versalles.
Todo inició como un pabellón de caza para el rey Luis XIII, quien gustaba de ir a esa zona pantanosa que en ese entonces era Versalles. Más tarde mandó hacer un palacete con jardines para habitarlo durante más tiempo, pero realmente fue el propio Luis XIV —conocido como el Rey Sol—, quien mandó hacer esta gran obra para trasladar a la corte real desde el palacio de Louvre, hasta su nuevo hogar.
Para hacer el lugar de sus sueños, el Rey Sol mandó llamar a lo mejor de todo Francia, empezando por el arquitecto Le Vau y más tarde a Jules Hardouin Mansart, el paisajista André Le Nôtre y el pintor Charles Le Brun. Las obras iniciaron con el trabajo de miles de obreros y la supervisión del propio Luis XIV que buscaba tener un palacio hecho a su manera que realmente lo complaciera, y que fuera tan grande que diera cabida a las 20,000 personas que conformaban su corte.
Luis XIV se mudó al Palacio de Versalles antes de que estuvieran terminadas las obras, convirtiéndola en la residencia oficial del rey de Francia en 1682. Así funcionó durante poco más de un siglo, período en que los herederos del trono fueron agregando estancias y embelleciendo al palacio, hasta la llegada de la Revolución Francesa.
LOS JARDINES DE VERSALLES
Además de la opulencia del mismo palacio, los jardines son realmente impresionantes. Decir que en una sola visita pueden conocerlos resulta casi imposible, ya que es uno de los más grandes del mundo. Tiene una extensión de 7,996,588 metros cuadrados, 210,000 flores y 200,000 árboles que son plantados cada año. Habrá que agregar las estatuas de marmol, fuentes, estanques y la delicia de recorrer con toda calma a este patrimonio mundial de la UNESCO desde 1970.
LA OPULENCIA DEL PALACIO
Protagonista principal de hechos históricos, además de innumerables películas y novelas, el Palacio de Versalles es uno de los lugares más visitados de Francia. La vida del rey Luis XIV y su reina María Antonieta junto a su corte real, le agrega todavía más fascinación cuando se recorre el Salón de los Espejos donde se celebraban espléndidos bailes y posteriormente se firmó el Tratado de Versalles, que puso fin a la Primera Guerra Mundial en 1919.
Pisos de parquet, paredes de mármol, techos pintados a mano y una gran riqueza en la decoración, nos muestran la opulencia en que vivían los reyes. Un ejemplo de ello son los aposentos del rey y sobre todo los de la reina María Antonieta, que se decoraron con todo lujo al estilo de finales del siglo XVIII.
Otros sitios que no deben perderse son los apartamentos privados; la Opéra Royal que fue la primera sala ovalada de Francia, diseñada para Luis XV e inaugurada en 1770 para el matrimonio de Luis XVI con Maria Antonieta, así como el Gran Trianón y Pequeño Trianón.
Aunque no se puede acceder a todo el palacio, habrá que mencionar que consta de 700 habitaciones, 352 chimeneas, 67 escaleras, 483 espejos y más de 2000 ventanas.
La fascinación de sumergirse en la historia de Francia es realmente insuperable. La visita al Palacio de Versalles es algo que de ninguna manera se deben de perder, y por supuesto que les quedarán ganas de regresar.