Baviera, con sus característicos paisajes y tradiciones, tiene mucho por mostrar. Un recorrido hacia el sur de la capital bávara es un buen ejemplo.
Garmisch-Partenkirschen
Son dos pueblos contiguos en la región que gozan de 7 meses de nieve, el pico más alto de Alemania, 60 kilómetros de pistas y muchos lugares de tradicional encanto bávaro rodeados de increíbles vistas en dónde alojarse; en fin, las mejores condiciones para los amantes de los deportes de invierno. La zona es también conocida por los beneficios que su clima, la calidad de su aire y su agua traen a la salud. Es por eso una reconocida zona de spas.
Con sus 2,962 metros, el Zugspitze es no sólo el pico más elevado de Alemania, sino uno de los más famosos de los Alpes? y se encuentra en esta zona. A él se puede llegar en teleférico o en un pequeño tren y, en días despejados, uno puede contemplar desde aquí más de 400 elevaciones de Alemania, Austria, Suiza e Italia.
Por último, en Garmisch-Partenkirschen se inaugura cada año a finales de diciembre e inicios de enero, el torneo “Cuatro colinas“, uno de los más prestigiosos en deportes de invierno del mundo.
Oberammergau
Una vez en el distrito de Garmisch-Partenkirschen, no puede perderse la visita a Oberammergau, pueblo conocido por haber dado origen a los “Lüftl“, frescos que se pintan en las fachadas de las casas y que forman parte del paisaje tradicional del sur de Alemania. Es también en Oberammergau que se recrea cada diez años el Passionspiele (la Pasión de Cristo). Los pobladores se preparan para estas representaciones que originaron en 1634, llevándose a cabo desde entonces de forma ininterrumpida. Se dice que el pueblo hizo el compromiso de dedicarse a representar la Pasión si Dios los libraba de una peste que en aquel entonces azotaba los alrededores. El próximo Passionspiele se llevará a cabo en 2020.
Märchenwald: El bosque de los cuentos de hadas en Isartal
Este singular parque de diversiones es dedicado a los más chiquitos, sin que ello impida que los grandes también encuentren aquí una buena dosis de diversión y fantasía. Ubicado en Isartal, en el corazón del bosque bávaro, casas encantadas, pueblos mágicos y figurines de personajes de cuentos de hadas refieren las historias de Hansel y Gretel, Cenicienta, Blanca Nieves, Alibabá y los 40 ladrones –entre otras- en inglés y alemán. Entre sus atracciones principales están el paseo de las flores giratorias, el columpio estrella (que por un segundo desafía la gravedad y permite suspendernos en el espacio) y, para los más intrépidos, una montaña rusa en forma de ardilla.
Neuschwanstein
Es sabido que Walt Dinsey se inspirara en este castillo para hacer el de la Bella Durmiente. Y no es para menos. Luis II de Baviera encargó su construcción en 1869, produciendo tal vez el más emblemático castillo de Alemania. Mucho se habla de la excéntrica personalidad del noble, quien fue obligado a abdicar al trono de Baviera, para el que había sido criado y educado durante toda su vida, por causa de una constitución psicológica no apta para gobernar (que, como muchos sostienen, fue un invento de grupos de poder en su familia que perseguían el trono). Luis, que desde siempre había evidenciado pasión por la naturaleza y el arte, encontró refugio a la frustración posterior a su abdicación en las artes escénicas, plásticas y literarias. Este refugio y estas pasiones se revelan en cada tramo de construcción del Neuschwanstein el cual, por orden de su artífice, fue levantado con mano de obra y materiales únicamente bávaros. Luis vivió los últimos años de su vida en el castillo, supervisando cada detalle de su construcción y ornamentación.
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