Quizás lo único que tengan en común es que aparecen en los cuentos de hadas y bosques encantados, y aunque la ciudad de Brujas dista mucho de los personajes que conocemos con ese nombre, sí parece ser salida de uno de esos cuentos de ensueño.
Brujas (bruhg-guh), es el nombre de la ciudad más visitada de Bélgica, y cabe decir que una de las más bellas del mundo. Con un halo de misterio medieval que envuelve sus calles empedradas, canales e iglesias medievales, pareciera que estamos dentro de una ciudad encantada.
La historia de Brujas se remonta al siglo IX cuando llegaron unos vikingos y decidieron asentarse en este lugar. Rápidamente comenzó a crecer; ya para el siglo XII tenía el estatus de ciudad y sobresalía por ser un importante puerto de comercio internacional, pero como todo tiene sus altibajos, Brujas empezó a decaer para el siglo XV; sin embargo se siguieron construyendo edificios e iglesias del gótico tardío para fortuna de todos.
Una de las grandes cualidades de Brujas es que ha sabido conservar ese entorno encantador que la caracteriza, a pesar de que Bélgica fue uno de los países que fueron arrasados durante las guerras del siglo XX. Actualmente, los estatutos en cuanto a la preservación del casco histórico son muy estrictos, asegurándose así de que Brujas se vea como en sus mejores tiempos.
LO QUE MÁS ENCANTA
Otra maravilla de Brujas es que al ser una ciudad pequeña prácticamente pueden conocerla toda, pero habrá que tomar nota de sitios imperdibles de visitar como Belfort, la torre más característica del lugar y que seguramente habrán visto en infinidad de fotografías. Vale la pena hacer el esfuerzo y subir 365 escalones para llegar a la zona más alta y admirar toda la ciudad.
Hay que dedicarle un buen tiempo para conocer la plaza Burg donde se halla el Ayuntamiento o Stadhuis, uno de los edificios más interesantes con su fachada de finales del siglo XIV; la Basílica de la Santa Sangre (Heilig-Bloedbasiliek) y el Brugse Vrije, en donde antes se encontraban los Tribunales de Justicia. Antes de salir de la plaza Burg, ubiquen donde está el arco del Callejón del Asno Ciego, porque al cruzarlo se toparán con la espléndida vista de Djiver, el canal principal.
No hay ciudad europea que no presuma de su mercado, lo mismo pasa en Brujas con la Grote Markt (Plaza del Mercado), rodeada de edificios medievales, venta de productos locales, mucho bullicio y gente que le encanta curiosear como todo buen mercado.
No basta ver Brujas, hay que vivirla en todos aspectos en lugares como el Groeningemuseum que se destaca por tener una de las mejores muestras de arte de los llamados Primitivos Flamencos.
Para no perderse: La Iglesia de Nuestra Señora (la más alta de Bélgica)el Rozenhoedkaai (Muelle del Rosario), la fábrica de cerveza De Halve Maan y visitar alguna de las numerosas chocolaterías que hay por todos lados, dejándose llevar por la tentación de probar más de un chocolate belga.