Se cuenta una trágica historia de amor entre la princesa purépecha Huanita y Tangáxhuan, sobrino y heredero de Tariácuri, fundador del Imperio Purépecha. La leyenda dice que la princesa fue secuestrada por un sacerdote sacrílego llamado Candó, quien la mantuvo oculta en una yácata de Cutzé. Huanita lloró tanto, que con sus lágrimas formó el lago de Camécuaro que significa “lugar de la amargura oculta”.
Cuando Tangáxhuan fue a rescatar a su princesa, en su camino vio a lo lejos a Candó; entonces tomó su arco y le disparó una flecha certera que atravesó al sacerdote y se clavó en un sabino, este se partió y de allí brotó un manantial de agua verde.
La historia de este amor embellece y adorna aún al Parque Nacional Lago de Camécuaro, un lago natural que está formado por nacimientos de agua que borbotean de entre las raíces de los árboles. Rodeado de una profusa vegetación que se reflejan en sus aguas cristalinas, el Lago de Camécuaro llama la atención de todos los que aprecian la naturaleza, así como de fotógrafos que quieren captar su belleza a través de la lente.
En 1941 el entonces presidente Lázaro Cárdenas lo decretó como Parque Nacional Lago de Camécuaro con el fin de proteger la flora y la fauna, además de estar ligado con las tradiciones tarascas. Quien visita el parque tiene la opción de acampar, dar un paseo en lancha, caminar por los alrededores y hasta nadar en albercas de aguas termales. Hay quien se aventura a bucear motivados por la leyenda que acompaña al lago de Camécuaro, ya que se cuenta que en el fondo aparece la figura de Huanita que les jala los pies y desea retenerlos.
El Parque Nacional Lago de Camécuaro es uno de esos lugares que se deben visitar en el Estado de Michoacán. Se encuentra en las afueras de la Ciudad de Tangancícuaro de Arista, a tan solo 13 kilómetros al sureste de Zamora.