Por Diego Ontañón
En mi reciente viaje a Japón he descubierto muchos lugares increíbles y algunos con un encanto muy especial como es el caso Kayabuki no Sato, en la región de Miyama, conocida como la aldea de los tejados de paja.
Esta singular aldea con casi 40 granjas con tejados de paja ofrece la posibilidad de ver a los artesanos locales trabajando tales como carpinteros, pajicultores y cesteros. Aunque la mayoría de las casas son residencias privadas, el Museo Folclórico Kayabuki no Sato permite a los visitantes ver el interior de una granja tradicional, con exposiciones sobre los aparejos de labranza locales y la construcción de tejados de paja. También se puede visitar el pequeño Museo del Añil que muestra la artesanía del teñido de añil del artista Hiroyuki Shindo.
Mientras caminas por las callejuelas del pueblo, aparecen pequeños santuarios como el de Suwa, de 600 años de antigüedad y rodeado de árboles centenarios. El paisaje rural es muy bonito en cualquier época del año, pero es de destacar el invierno durante el Festival Anual de las Linternas de Nieve, cuando el pueblo se ilumina por la noche con resplandecientes linternas y los blancos tejados brillan bajo las luces de esta fiesta.
Yo recomiendo disfrutar de alguna de las actividades al aire libre como la pesca del pez dulce y el senderismo. El río Yura, que serpentea por los valles, es famoso por el Ayu o pez dulce, un manjar local, y en julio y agosto puedes probar suerte en la pesca tradicional, recogiendo el preciado pez con redes o cañas de pescar para después asarlo en un palo sobre carbón para que se te haga agua la boca.
Los aficionados al senderismo se deleitarán con los senderos a lo largo del pintoresco río Yura. Un bonito paseo de 2 km por la orilla del río te lleva desde Kayabuki no Sato hasta el refugio natural de Shizen Bunkamura Kajikaso, mientras te recreas con los tranquilos paisajes rurales de arrozales, bosques y granjas. En primavera, las riberas de los ríos y las colinas cobran vida con los cerezos en flor, mientras que en otoño el paisaje ofrece las hojas otoñales de Kioto que pintan la región de ardientes colores amarillos, ocres y anaranjados.
Aunque Kayabuki no Sato está a sólo unos 40 km al norte de la ciudad de Kioto, llegar hasta allí lleva cierto tiempo debido al terreno montañoso. La opción más cómoda es un coche de alquiler, pero también hay trenes y autobuses que acceden a la zona.
No dejes de vivir una experiencia única alojándote en una de estas singulares casas y probando la comida local en alguno de sus pequeños restaurantes o cafeterías como la de nombre “Saika”, donde yo viví una experiencia sensacional al más puro estilo rural japonés.
Irasshaimase en Kayabuki no Sato!